Resumen de Bartleby, el escribiente de Herman Melville
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Bartleby, el escribiente es una profunda y enigmática novela escrita por Herman Melville. Ambientada en un bullicioso bufete de abogados de Wall Street, en la Nueva York de mediados del siglo XIX, la historia sigue la vida del excéntrico Bartleby, un escribiente que abruptamente deja de dedicarse a su trabajo, pronunciando la frase «preferiría no hacerlo» cada vez que se le encomienda una tarea.
Este artículo acompaña los personajes del libro.
Resumen
Alerta de spoiler: esta sección revela el argumento del libro.
La historia, ambientada en un bufete de Wall Street a mediados del siglo XIX, comienza con un narrador anónimo, el abogado, que afirma que le gustaría centrar su relato en un grupo humano sobre el que aún no se ha escrito nada: los escribientes, o copistas de leyes, de los que ha conocido a muchos. Pero, en lugar de centrarse en un grupo de ellos, contará la historia del más extraño que ha conocido: Bartleby.
Tras explicar que su oficina está ocupada por él mismo, otros dos empleados escribientes (Turkey, que es un borracho y, por lo tanto, sólo es útil antes de empezar a beber en el almuerzo, y Nippers, que tiene algún tipo de hábito que hace que sólo sea productivo durante las horas de la tarde), y Ginger Nut, un niño de oficina de doce años, el abogado dice que ha publicado un anuncio para contratar a un nuevo empleado. Bartleby acude a la entrevista y el abogado le contrata.
Aunque al principio Bartleby demuestra ser un excelente empleado, produciendo una enorme calidad de escritos para su empleador, sus hábitos de trabajo son rígidos y peculiares. Cuando su jefe le pide que examine con él un papel en busca de errores, Bartleby responde que «preferiría no hacerlo». Al principio, el abogado cree haber escuchado mal a su empleado, pero cuando repite lo dicho y Bartleby vuelve a preferir no ayudar, surge un patrón con el que el abogado debe contar. Considera la posibilidad de despedir a Bartleby, pero decide intentar razonar con él, diciéndole que es de cortesía en esta industria revisar la copia en busca de errores como grupo. Bartleby escucha, pero vuelve a repetir que «preferiría no» ayudar. Después de considerar despedir a Bartleby una vez más, el abogado decide no hacerlo, ya que está ocupado con otros asuntos y decide que Bartleby es útil para lo que sí proporciona: grandes cantidades de escritura. Y, de hecho, el abogado justifica que mantener a Bartleby le cuesta poco o nada, pero le hace sentirse caritativo y alivia su conciencia cristiana.
Un domingo por la mañana, el abogado se dirige a la iglesia y decide pasar por la oficina. Allí encuentra la puerta del despacho cerrada, y al abrirla encuentra a Bartleby al otro lado. Bartleby le dice que necesita unos momentos a solas dentro, y después de que el abogado dé la vuelta a la manzana y vuelva al despacho, se encuentra solo. Sin Bartleby, el abogado revisa el escritorio de Bartleby, encuentra algunas pertenencias y determina que Bartleby debe estar viviendo en la oficina por la noche y los fines de semana. Al principio, el abogado piensa en la pobreza y soledad de Bartleby, sintiendo una gran lástima por él, pero pronto esa lástima se transforma en ira y repulsión, ya que el abogado cree que Bartleby padece alguna enfermedad mental incurable. Decide averiguar más cosas sobre la vida personal de Bartleby, encontrar a un pariente suyo que se ocupe de él y despedirlo lo antes posible con una generosa indemnización.
Al día siguiente, el abogado llama a Bartleby a su despacho. Le hace muchas preguntas sobre su familia y su historia personal, pero Bartleby prefiere no contestar. Cuando le pide que sea un poco razonable, Bartleby dice que tampoco eso quiere hacer.
Un día después, Bartleby deja de hacer ningún trabajo: se pasa el día mirando a la pared, y el abogado decide que ha llegado el momento de librar a la oficina de Bartleby. Al final de la semana le da a Bartleby una prima de 20 dólares (una cantidad generosa en aquella época), le desea lo mejor y le dice que le deje la llave cuando se vaya. El abogado está satisfecho con la forma en que ha gestionado el despido, pero para su consternación, Bartleby sigue en la oficina cuando el abogado regresa el lunes, y su bonificación de 20 dólares está sobre su mesa sin tocar. Cuando el abogado pregunta a Bartleby esa mañana por qué se ha quedado, Bartleby se limita a decir que prefiere no irse. El abogado sabe que sólo tiene dos opciones: llamar a la policía para que echen a Bartleby o mantenerlo como empleado. En lo que considera un gesto caritativo, el abogado decide hacer esto último y mantiene a Bartleby en su despacho como un empleado sin valor.
Eso sucede hasta que otros abogados empiezan a hablar de la peculiar presencia de Bartleby en su despacho. Cuando el abogado cree que estos rumores pueden perjudicar a su negocio, decide cambiar de despacho y dejar a Bartleby para que se ocupen de él los próximos inquilinos o el casero. Sin embargo, el casero no tarda en localizar al abogado y le dice que, si no interviene, llamará a la policía, que se llevará a Bartleby por la fuerza.
El abogado vuelve a su antiguo despacho, habla con Bartleby, pero a pesar de las muchas ofertas caritativas, incluyendo un nuevo trabajo e incluso quedarse en casa del abogado, Bartleby lo rechaza todo y el abogado se marcha enfadado.
Un tiempo después, el abogado se entera de que Bartleby ha sido encarcelado. Compadecido, el abogado le visita y paga a otro preso para que le proporcione comida de buena calidad. Pero Bartleby prefiere no aceptar este gesto, se niega a comer y prefiere tumbarse en el suelo de la prisión, consumiéndose.
El abogado interrumpe su narración de la historia de Bartleby en este punto, diciendo que el lector puede colaborar con su imaginación y averiguar así cómo acaba Bartleby. En su lugar, el abogado termina la historia transmitiendo una información que ha oído de boca en boca: que antes de trabajar como escribiente, Bartleby trabajó varios años en la Oficina de Cartas Muertas, quemando cartas que no habían encontrado su destinatario.
Contexto histórico
La Bolsa de Nueva York se fundó en marzo de 1817, y su popularidad e importancia crecieron rápidamente. Un asiento en la bolsa costaba 25 dólares en 1817, en 1827 costaba 100 dólares, y en 1848 el precio aumentó a 400 dólares (que, en moneda actual, serían más de 11.000 dólares). Durante esta época, Nueva York superó a Filadelfia como centro financiero de Estados Unidos. Mientras que en 1827 la Bolsa de Nueva York negociaba unas 100 acciones al día, en 1834 llegó a negociar hasta 5.000 acciones diarias. Además, a medida que la tecnología avanzaba con la llegada del telégrafo en 1844, el alcance de la Bolsa de Nueva York creció y se hizo más poderoso. Este cambio en la importancia de Wall Street y del mercado de valores llevó a mucha gente a cambiar de profesión, pasando de actividades más rurales como la agricultura a trabajos de oficina como el de oficinista o, por utilizar el ejemplo del personaje de Melville, Bartleby, a convertirse en escribiente. Esta tendencia a trasladar el trabajo de espacios abiertos a oficinas domésticas cerradas probablemente influyó en Melville a la hora de escribir Bartleby, el escribiente, y es el telón de fondo en el que se desarrolla la historia.
Datos claves
Título original: Bartleby, the Scrivener: A Story of Wall-Street
Título completo: Bartleby, el escribiente: Una historia de Wall Street
Cuándo se escribió: 1853
Dónde se escribió: Pittsfield, Massachusetts
Cuándo se publicó: Noviembre y diciembre de 1853, en Putnam's Magazine
Periodo literario: Romanticismo americano
Género: Relato corto, drama/comedia/tragedia laboral.
Ambientación: Años 1850, Nueva York, en un despacho de abogados de Wall Street
Clímax: Tras negarse a abandonar el despacho, Bartleby es encarcelado, donde «prefiere no» comer.
Antagonista: Bartleby
Punto de vista: La historia está contada desde la voz en primera persona de un narrador sin nombre del que sabemos poco, aparte de que es un abogado mayor
- Bartleby, el escribiente por Herman Melville ha sido publicado por Rosetta Edu en una nueva traducción al español en tapa blanda y ebook así como en una versión bilingüe, igualmente en tapa blanda y ebook.