Resumen de El gigante egoísta de Oscar Wilde

Resumen de El gigante egoísta de Oscar Wilde

«El gigante egoísta», de Oscar Wilde —parte del libro de historias cortas El Príncipe Feliz y otros cuentos, es una conmovedora historia sobre un gigante que posee un hermoso jardín pero que, siendo egoísta, prohíbe a los niños jugar en él. La historia destaca temas como la redención, el poder transformador del amor y la bondad, y la importancia de compartir y la generosidad.

Resumen

Alerta de spoiler: esta sección revela el argumento de la historia.

Todos los días, después de la escuela, un grupo de niños de la zona juega en el jardín del Gigante. Allí disfrutan de fruta fresca, hermosas flores y el dulce canto de los pájaros, así como de un cómodo espacio abierto para sus juegos. Sin embargo, su idílico tiempo de juego no dura: el Gigante regresa a casa tras siete años de ausencia y, conmocionado e indignado por encontrar intrusos en su jardín, echa a los niños. De manera egoísta, proclama que la única persona que debe jugar en su jardín es él mismo, y se impone con un alto muro de ladrillo alrededor de su propiedad. En este muro cuelga un cartel que dice: «LOS QUE TRASPASEN SERÁN PERSEGUIDOS».

Los niños, abatidos, intentan jugar en la calle, pero no lo consiguen. Se sienten continuamente atraídos por el jardín donde solían jugar, y se pasan las tardes simplemente merodeando alrededor de los muros, deseando poder volver a ser como antes. El Gigante, mientras tanto, también se siente desdichado, porque su propiedad está encerrada en un invierno perpetuo. La primavera, el verano y el otoño, disgustados por el egoísmo del Gigante, se retiran por completo del jardín, dejando que las fuerzas del invierno construyan su nuevo patio de recreo. La nieve, la escarcha, el viento del norte y el granizo hacen estragos por toda la propiedad del Gigante, perturbando su paz y manteniendo su jardín inactivo durante todo el año.

Al cabo de un año de este terrible invierno, el Gigante se despierta al oír cantar a un pardillo junto a su ventana. Se asoma y ve que los niños han vuelto al jardín, colándose por un agujero en la pared. Han traído consigo la primavera y el jardín vuelve a florecer.

Conmovido por esta visión, el Gigante se da cuenta de su error y desea enmendarse con los niños. Ve a un pobre niño en el rincón más alejado del jardín, llorando al no poder trepar al árbol que hay allí. La miseria del niño es tan intensa que permanece en invierno en esa pequeña parte del jardín. El Gigante, con el corazón compadecido, se acerca, ahuyentando sin querer a los demás niños, que aún le temen, y coloca al niño en las altas ramas del árbol. En cuanto lo hace, el árbol florece y el niño besa cariñosamente al Gigante. Los otros niños, al darse cuenta de que el Gigante ya no tiene mala intención, vuelven al jardín, extasiados.

El Gigante derriba el muro que rodeaba su jardín y, a partir de entonces, su propiedad queda abierta a los niños del vecindario. Todos los días, después de sus clases, los niños van al jardín de su nuevo amigo y pasan horas jugando.

Con el tiempo, el Gigante llega a apreciar a los niños mucho más que cualquier cosa que posea, incluso su jardín. Se ha beneficiado de su amistad, y en su vejez no encuentra mayor placer que verlos jugar desde la comodidad de su sillón. Sin embargo, nunca deja de preguntarse qué fue de su primer amiguito, el niño que le abrazó y le besó. Nunca ha vuelto a ver a ese niño.

El Gigante recibe por fin la respuesta cuando, una mañana, vuelve a ver al niño junto al árbol de su jardín: evidentemente, el niño no es mayor que antes, y el árbol se ha transformado en oro y plata. Las manos y los pies del niño han sido heridos con clavos y, tras un momento inicial de confusión, el Gigante se da cuenta de que no se trata de un niño corriente, sino del Niño Jesús. Cristo elogia al Gigante por su bondad de años atrás y por la vida de bondad que ha llevado desde entonces. Como recompensa, le da la bienvenida al Paraíso. Esa tarde, los niños descubren el cuerpo del Gigante bajo el árbol, cubierto de flores blancas.

Contexto histórico

«El gigante egoísta» de Oscar Wilde, publicado en 1888 como parte de su colección El príncipe feliz y otros cuentos, refleja el contexto social y cultural de la Inglaterra victoriana. Este periodo se caracterizó por una importante estratificación social, la industrialización y un énfasis en los valores morales y la caridad, influidos por las enseñanzas cristianas. Wilde, conocido por su agudo ingenio y sus críticas a la sociedad victoriana, utiliza el cuento para criticar sutilmente el egoísmo y el materialismo imperantes entre las clases altas. El énfasis del cuento en el poder transformador de la bondad y la redención del gigante egoísta puede verse como un llamamiento a una mayor responsabilidad social y empatía. Además, la alegoría cristiana de la historia, con la figura del niño como la de Cristo, se alinea con el énfasis de la época en la moralidad religiosa y el ideal de la abnegación por el bien común. A través de esta sencilla pero profunda historia, Wilde aborda las cuestiones morales y sociales de su época, abogando por una sociedad más compasiva e integradora.

Datos claves

Título original: «The Selfish Giant»
Título completo: «El gigante egoísta»
Cuándo se escribió:
Finales de la década de 1880
Dónde se escribió:
Londres, Inglaterra
Cuándo se publicó:
1888
Periodo literario:
Finales de la época victoriana
Género:
Cuento, relato corto, cuento de hadas, alegoría
Ambientación:
La propiedad del Gigante y el vecindario circundante
Clímax:
El Gigante derriba el muro que rodea su jardín y da la bienvenida a los niños.
Antagonista:
El egoísmo del Gigante, las fuerzas del invierno
Punto de vista:
Tercera persona

 

Portadas de El Príncipe Feliz y otros cuentos

  • «El gigante egoísta» ha sido publicado en el libro El Príncipe Feliz y otros cuentos de Oscar Wilde por Rosetta Edu en una nueva traducción al español en tapa blanda y ebook así como en una versión bilingüe, igualmente en tapa blanda y ebook.
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