«Preferiría no hacerlo» o la resistencia pasiva en «Bartleby, el escribiente»
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Alerta de spoiler: Este artículo contiene importantes detalles de la trama de Bartleby, el escribiente de Herman Melville.
«Preferiría no hacerlo»
De todas las extrañas expresiones del inquietante relato Bartleby, el escribiente, de Herman Melville, ninguna es más memorable que la inescrutable frase «Preferiría no hacerlo». La primera vez que el copista de oficina Bartleby responde con esta extraña y educada negativa a la petición de su jefe, resulta desconcertante. Siempre educado, nunca agresivo, Bartleby dice «preferiría no hacerlo» a una gama cada vez mayor de cosas a medida que avanza la historia. Cuando lo repite en respuesta a cada petición posterior, se vuelve enloquecedor. Pero, en conjunto, su constante estribillo revela mucho sobre la resistencia pasiva de Bartleby y su profunda alienación del mundo que le rodea.
Herman Melville, 1860
La lectura capitalista
Inicialmente, la resistencia de Bartleby parece existir dentro de una lucha capitalista bastante común: un empleador (el abogado, el narrador anónimo de la historia) quiere obtener la mayor utilidad de su empleado y el empleado (Bartleby) sólo quiere hacer las partes de su trabajo que desea hacer. Se trata de un equilibrio delicado y, por lo general, cuando la balanza de la relación empleado-empleador se inclina demasiado hacia un lado o bien el empleado se cansa de las exigencias del trabajo y renuncia o bien el empleador se cansa de la desobediencia del empleado y lo despide. Sin embargo, en lugar de negarse rotundamente a las peticiones de su jefe (lo que probablemente provocaría su despido), Bartleby utiliza una estrategia de resistencia pasiva que, durante mucho tiempo, le permite tanto seguir empleado como mantener sus tareas diarias dentro del limitado conjunto de responsabilidades que considera aceptables.
Wall Street, c. 1911 - Library of Congress
Hasta este punto de la historia, Bartleby parece tímido y extraño, pero también casi una especie de héroe. Después de todo, gracias a su método de resistencia pasiva, evita tener que corregir y corregir su propia copia, evita que le envíen a la tienda a hacer recados, evita contarle al abogado cualquier cosa sobre su familia o su pasado, evita que le reprendan por vivir en la oficina fuera de horas y los fines de semana e incluso evita que le despidan «prefiriendo no» desalojar el despacho del abogado. Pero a medida que avanza la historia, y el abogado acaba trasladando toda su oficina a un nuevo edificio como forma de escapar de Bartleby, que sigue «prefiriendo no» abandonar el antiguo edificio, la naturaleza de la resistencia pasiva de Bartleby también cambia. A medida que se enfrenta a situaciones cada vez más calamitosas, Bartleby se resiste a ser «un poco razonable», se resiste a las múltiples y diversas ofertas del abogado para ayudarle (incluida la oferta del abogado de que vaya a vivir a la casa de éste) e, incluso cuando se está muriendo en la cárcel, Bartleby se resiste a la oferta de comida del abogado. Nunca queda claro si la resistencia pasiva de Bartleby se originó simplemente como una negativa a realizar un trabajo que no quería hacer y se convirtió en algo más general o siempre fue algo más general pero que sólo se hizo evidente a medida que empeoraba su situación. Pero lo que queda claro al final de la historia es que la resistencia pasiva de Bartleby es más general, ejemplificada por su transición de preferir comer pasteles de jengibre a preferir no comer nada en absoluto.
Primera edición de Bartleby, el escribiente - 1853 - Manhattan Rare Book Company
Sin embargo, tampoco se aclara nunca a qué se resiste Bartleby ni qué dice precisamente el relato sobre esa resistencia. Es posible argumentar que Bartleby se resiste a la cultura cada vez más capitalista y materialista en la que se encuentra (al fin y al cabo la historia transcurre en Wall Street). También es posible argumentar que la historia está mostrando la crueldad con la que la sociedad trata a cualquier tipo de inconformista que se atreve a resistirse a los valores de esa sociedad. Y también es posible argumentar que Bartleby se está resistiendo a los propios aspectos de la condición humana —la falta de compasión, el aislamiento, la incapacidad para comunicarse— que hacen que la sociedad actúe de la forma en que lo hace. Quizá Bartleby, en definitiva, se esté resistiendo a la condición de vida que, como humano, se le impone.
Bartleby, el existencialista
Aún más, es posible una lectura existencialista. Bartleby «preferiría no hacerlo» porque ya no prefiere nada en absoluto. La frase niega el deseo y afirma únicamente la preferencia de Bartleby por no hacer ni ser nada de lo que se le pide. Es el último resquicio de su humanidad y libre albedrío. Al negar continuamente todas las preferencias, Bartleby niega que tenga interés personal alguno en el mundo. Preferiría no hacerlo porque no preferiría nada.
Representación de Bartleby en la «Oficina de cartas muertas» - Slate
Por eso, aunque a primera vista es una negación educada, «preferiría no hacerlo» viene a simbolizar la abdicación de Bartleby de la vida misma. Revela a un hombre vaciado de toda fuente de identidad, significado y deseo a través de su profunda alienación de una sociedad y un mundo que no puede aceptar. Su único poder reside en su capacidad para rechazar la participación, para negarse a las exigencias de la sociedad incluso en el nivel más básico. Bartleby puede parecer lamentable al principio, pero su constante estribillo llega a sonar enérgicamente desafiante, expresando los límites absolutos tanto del lenguaje como de la existencia para transmitir la retirada espiritual de un hombre de la propia humanidad.
- Bartleby, el escribiente por Herman Melville ha sido publicado por Rosetta Edu en una nueva traducción al español en tapa blanda y ebook así como en una versión bilingüe, igualmente en tapa blanda y ebook.